Me detienen en la Ciudad de México, afuera de la oficina, cuando iba a comer, y me dicen que me iban a trasladar a Torreón. Esto me desconcierta demasiado porque nunca había estado en Torreón. Al llegar a la fiscalía de la Ciudad de México, cuando me permiten hablar con mis abogados, les pregunto si existe algún trato en Coahuila, y me dicen que no tenemos nada. Al salir de la fiscalía, una persona que no conozco me esta grabando con un celular. Me llevan al aeropuerto para tomar un vuelo a Torreón; después de aterrizar, me llevan por una puerta especial, aún esposado, y allí está la misma persona grabándome con su celular. Pregunto quién es, pero nadie me responde. Ese mismo día me ingresan en la cárcel y me dicen que al día siguiente será mi audiencia. Este momento fue terrible.
El siguiente día, a las 8 de la mañana, me llevan a los juzgados para esperar la audiencia. Al entrar al juzgado, ahí está la misma persona que me había estado grabando con su celular, que conocía mis horarios en México y el horario de llegada, información que ni mi familia ni mis abogados conocían. Esta persona resulta ser el abogado Roberto Antonio Gutiérrez Ramírez, abogado de los Issa Tafich. Él, junto con los otros abogados y el Ministerio Publico inician a leer declaraciones. En un momento, el Ministerio Público, Eduardo Nakasima Martinez, argumentó que se intentó sobornar a los oficiales en algún momento en el aeropuerto. En ese momento le digo a mis abogados que eso es falso y que hagan algo. Usaron esta declaración para justificar mi encarcelamiento, en lugar de permitir llevar mi proceso en libertad. No presentaron ninguna prueba, ningún contrato, ninguna transacción, ningún pago y ninguna orden que se haya hecho.